Elegía eterna


El día que tus ojos se abrieron
una bandada de tordos sembró la tarde de plumas negras.
Tus labios también se abrieron
Pero tu hijo amado no estaba allí para verlo.

Entonces fue tan honda tu tristeza
que las hojas de tus árboles dieron de espaldas contra el suelo,
tus cejas fueron puertas y tu amor, un jirón negro
deambulando por los pasillos férreos de la catedral umbría.

Existen voluntades para reparar heridas,
pero la grieta que nutre tantas almas a pesar de todo,
sigue escupiendo rabia-rebelde, rabia-dulce, rabia-breve,
mientras tus hombros repiten:
metrónomo-crick
epitafio-crick,
nomasmuerte-crick,
manotuya-crick,
gallomuerto-crick,
picoabierto-crick,
memoría-crik,
alabanzas-crick,
perdónciego-crick,
perdónsabio…crick.

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