GORRIÓN

HIJO, gorrión,
pequeño sortilegio .
Compañero,
me dueles en el alma
cada vez que te despido.

Miro atento tu cabeza,
el pelo enmarañado,
las manos incipientes
y tu alma,
que corre por mis venas.

Yo también
estoy en tus arterias,
en medio de tus ojos
y en la gloria
de oírte cuando ríes,
pájaro salvaje
que anidas mi semblante.

En tu creciente estatura
yo envejezco.
Me lleno de señales
y dolores conocidos.
Esa es, la ley de la existencia,
inevitable, compañera de bitácoras
y andares.

Tal vez yo siempre
te soñé tal cual tu eres:
Retraído mazapán
que me acongojas con abrigo,
cuando tarde
por las noches,
yo te abrazo.

Por eso sé
de algún olvido inexistente,
aniquilado por tus dedos
que recorrieron mis facciones.



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