ENCUENTRO DE PIEDRAS



ERA tan grande el dolor
que la vanidad trepaba por todas las ventanas
diseminando el inmediato paso del amor al odio.

Era tan grande
tan desmedidamente grande el dolor
que llorar no era bastante
para ungir la grieta en el costado
arbolada de soledad
arrasada de engaño
truncada de frialdad
y anclada de fondo.

Detrás de cada trinchera una mujer.
Detrás de cada puerta una mujer y un hombre
que se aman a veces con desprecio.

Desde su vértice mudo
el hombre mira el vacío sideral
que asoma por los párpados de la mujer
tendida de espaldas
bajo el estertor de lo posible.

Tal vez en su desierto
ambos se preguntan dónde se quedó
el esqueleto florido del amor.
Dónde dejaron de hablar o reír
y dónde fue a parar cada palabra.

El desamor es un espejo sin respuesta.
cadena muda que rompe la alegría
lágrima vertida con cuidado.

El desamor declina
desciende hasta la marcha del olvido
Y allí por fin se queda.

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