MARIPOSAS VAN

EN el círculo del parque, en su espejo,
flotan, hendidas por el sol, millares 
de mariposas.

Alzo mis brazos, mi impaciencia y mi rostro,
para ver el tejido colorido, que sublima la razón
de la tarde, se abre paso con destreza,
ululando, palpitando, sobre el manto del cobalto.

Entonces me pregunto: ¿Serán libres?
¿O forman parte de una estrella lejana?
De una piedra milenaria, que arrastra las eras,
y orada el agua, el árbol de la lluvia.

Yo, en mi lejanía, no alcanzo a entenderlo.
¡Tanta simpleza entre colores y aleteos!
¡Tanto fregar mi rostro contra el cielo!
O el suelo, donde todos los árboles mueren,
unos, con más dignidad que otros.

A pesar de todo, sé que posees la llave-miel
de las mariposas, que entran en ti a ciertas horas
y te hacen renacer, en tu centro sin memoria.
Conoces su idioma, su boca indulgente.
Conoces el camino, la decepción y el dolor,
y también la dicha de sentirlas muy adentro,
cuando por fin se liberan y atan cabos,
enamorándote otra vez, de la distancia.

Comentarios

  1. Maravillosa exposición lírica de cómo unos animales tan frágiles simbolizan sentimientos tan arrolladores y fuertes. ¡Tu poesía es tan rica en imágenes y palabras!

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    Respuestas
    1. Gracias, querida Juli. Sabes que tu opinión vale mucho para mí.
      Un abrazo

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