SINGULAR

NO soy lo que digo, ni mis actos. 
No soy quien te observa,  ni quien mira.

Tampoco soy 
quien anda sustentado por mis piernas,
doblando mis facciones.

No soy, tampoco el niño
que jugaba en una escuela vacía;
no soy un signo impreso, 
ni un legajo o una isla.

Ni siquiera soy, un verso mal escrito,
un discutible error de la palabras.
Pero tal vez sea, eso sí,
el singular silencio que anda entre sus letras,
en SILENCIO.

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