EL POZO DE VARGAS / En memoria de mi hermano, Hernán Gonzalez

Hoy el cielo llora paredes vacías,
legajos infames
y huesos sin nombre.

Me arrodillo ante tu cráneo,
y observo el retorno

de los enterrados,
saliendo a la luz desde las aguas,
las piedras o las puertas.

Rezo en amargo,
en silencio sostenido.
Rezo  sangrando,
con la lengua que me ahoga
a esta hora,
siempre a esta hora.

Entonces abro las cejas
y dejo marchar al dolor,
al crujido, a los crespones
y a las plumas negras.



Hermano,
alondra que vuelas
al manto del descanso,
eres el pie triangular
de los desamparados,
la pasión innata de los cactus,
allá en el valle
¿Lo recuerdas?


Hermano,
te soñé mañana,
sonriendo tal cual eras
y sigues siendo en todos
cada día y cada noche.





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