LA PENA

Ha llovido, está lloviendo
y mi pequeña estatura
se disemina en los tallos
de los rosales marchitos.
 

El jardín está en sombras
a esta hora de la tarde
justo antes de que la luna

lo inunde, con su campana de nácar.
 

Camino a tientas la brisa
cuidando el paso tan llano.
 

Ha llovido, está lloviendo
y las páginas de mis libros
empiezan o oler a humedad.
 

El musgo nace en los muebles
en los rincones
y en el timón de mi barco.


A veces escucho
que empiezo a ser viejo
disperso.
Escucho el alba en su manto
y las palomas salvajes.
Entonces vuelvo a ser niño
y te llamo despacito:

Madre mía, ven pronto.
Me estoy muriendo de pena.

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