SALVADORA

Y vendrá tu cuerpo tendido en el alba
a ungir mis plegarias de cálidas noches.
Y vendrán tus labios de exacta fragancia
a unir mis costados con hábiles manos.
Y vendrá también tu voz de cencerro
a urdir mis lamentos con mieles sombrías.
Y vendrá el sol de tus dientes,
la luna del pecho,
buscando tristezas para desterrarlas.
Y vendrá la mueca sensual de tu risa
a hinchar mis bodegas con almas plegadas.

Soy el tripulante de un barco que naufraga
en aguas violentas sin tregua posible,
salvo el crepúsculo, anclado a tus brazos.

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