PAISAJE

ENTRE las nubes
hendidas por un sol horizontal
asoman rectos 
los brazos del día.

Detrás de los vientos
corre el rumor de las acequias
                                           (nacidas de veredas empedradas)
y el vértice del mundo
se declara inabarcable.

Levando la mirada
que vestida de tormenta
se posa entre las piedras
entre los brazos de los cactus
y en la falda de los cerros.

Cierro los ojos para ver
y me detengo para andar
y avanzar sobre tinajas
vacías hace tiempo.

El paisaje me observa
me contiene
y me enmaraña.
El paisaje es un tapiz
donde riego naranjales
una prenda 
que me pongo 
por testigo y por espejo. 

A veces el paisaje me devuelve.
Otras veces me retiene.
Pero siempre
irremediablemente
me sustenta


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