EL PUERTO

Por la borda se derrama el cuerpo de su pelo. Hoy ha llovido, está lloviendo y ella mira, a través del cristal, las gotas que danzan su deseo. Sus párpados zollosan, sus pechos crepitan de nostalgia y su amor, al verla se aproxima. Después de todo, la nación de los vientos les pertenece; la frontera del cosmos los abisma y la razón, es un halo arrastrado por el suelo de la sangre.
No existen razones. No existen ayeres ni mañanas. Posiblemente, lo único cierto sea su cuerpo luminiscente y el puerto que la espera.


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