El abandono


 

En la periferia de tu vida, aun a tientas

busco el verbo y la razón para eximirte del dolor.

Estoy solo, como antes del alba.

Obedezco, ciego, las sendas de mi cuerpo

que añora tus vertebrales risas,

tu cadera mundana, tu olor a mayo.

Acodado en la proa de mi sinrumbo,

abrocierro los hombros, el clamor bendito,

la revelación de tu no estar más.

Finalmente y a mi pesar, ya no estás

con la delicadeza de tus besos fraternos,

con el aroma del café recién hecho, del pan fresco,

sobre la mesa inerte, que bordea las dos ventanas.

Una da al sur, la otra al oeste.

Tu perfil prefería la primera, al reírte, por la mañana, antes,

mucho antes, de que me fuera para siempre.

 

 

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