EL INFIERNO TAN TEMIDO
Cuando tu creías, yo evitaba.
Cuando creí me desahuciaste.
Me dejaste sin amor, sin boca,
sin abrazos ni palabra.
Entonces el fuego se hizo hiel,
y los pasillos abismaron
y mis dedos se rompieron
y ya, por fin mi voz, dejó de oirse.
No te culpo. A veces te mentía,
era otro en la revolución posible,
en el lado débil de la linea.
A veces era tarde, a destiempo
y no había trenes.
No te culpo. Simplemente
no tuve la destreza de quererte
ni la valentía de expresarlo.
sabré volar hasta ella,
despojado del dolor,
del lastre de estos años,
de los entrecejos ciegos
y de los heraldos negros.
Hoy una mariposa me espera.
Imagino, la recuerdas.
No impacientes, es la hora.
Por fin, es la hora.
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