LAS PUERTAS


He cerrado los ojos para ver el patio. 
En estas fechas, la lengua del verano
lo abarca todo, mientras miras, 
en silencio los rosales. 

Siempre recordaré tu perfil, madre mía. 
Esa puerta ya se ha cerrado.

Otra vez cierro los ojos,
para ver el otro patio, nuestro patio, 
mientras tus manos de ángel
recorren mi semblante. 

Me sumerjo en tu olor, gorrión, 
en el río de tus ojos. 

Esa puerta no queríamos cerrarla, 
pero se ha cerrado, 
a pesar de nuestras manos, 
sedientas de tus alas:

Te las dí para ser libre, y yo, 
en mi mezquindad, no fui capaz
de darte una puerta. 
¿Sabes? En ocasiones imagino que los años han pasado, y soy aún más viejo, y que estás, con tus manos de ángel y el Amazonas de tus ojos; que no voy a estar solo, que habrá otras casas y otras puertas. Entonces todo lo que he visto y sentido, cada letra, cada nota, no habrá sido en vano y no se perderá, para siempre.

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