UNA ISLA Y UN AMOR ATORMENTADO

Yo no me olvido de las flores de tu falda.
No echo en un cajón aquella foto dispersa
en la que ambos nos reímos y me abrazas.
Yo no acudo al lugar donde me acogen los olvidos,
las frases hechas y los rincones conocidos.
No quiero, de ninguna manera
dejar de verte en el Morfeo de la vigilia.
No te olvides de las flores
ni del alba que estallaba
en la tormenta de las pieles.
No te olvides del abrazo
en el que seguramente me amabas.
No seas dura conmigo,
recuerda siempre el lago de Ayaguaure,
donde tu perfil detuvo el tiempo
con aquel sombrero panameño,
tan ferviente en tu virtud de su recorte.
Seguramente te amé con destreza.
Seguramente supe atormentarme
en el centro de tus sueños amarillos.
No seas dura conmigo, porque
a pesar del tiempo que todo lo endurece,
mis ojos y mis manos
siempre te recuerdan, como a un pájaro
temblando entre mis dedos.

A Rosa

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