PRIMERO DE MAYO / A Federico Nieva


Amanecía hoy la efeméride
del hombre silencioso
con sus cuerdas de bronce
siempre vibrantes en algún recuerdo.

SU mirada se pierde como
observando dos o tres hojas
que se elevan mecidas por el aire
aunque ahora se fija en toda
esta gente que acude a comprar
pan en el día festivo
con nubes y sol y viento.

Dulce mes de mayo
que nos vio nacer en
la ciudad subtropical.


Tanta gente que hoy camina
por la misma ciudad
sin darse cuenta de que
a pesar de las partidas
la música está ahí
siempre vibrando
en la madera y el bronce.

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