SOLEDADES

Estuve en muchos cuerpos y nombres
visitando la luz y la sombra de los barrancos,
observando el manto frío de las águilas.


Estuve entre brazos que me amaron
y entre otros, simplemente estuve,
nombrando los gélidos acentos del viento.


Y descendí descalzo,
abrumado por el vientre de las hojas,
atravesando el llanto de los grajos,
el aliento balsámico de los corderos,
y la razón propia de mi ser.


¿Lo más triste?
Saberme solo, a pesar de todo.



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