RUMBO FIJO


 Han venido los animales oscuros
que huelen a lluvia y a monte desgajado.
Andan en silencio por mis ojos,
debajo de los cuales
envejezco sin retorno.
Ramas, hojas centenarias
se posan en mis hombros,
y en la vendimia cruel de tu distancia
abro la boca, ahogada por la sombra,
para que tu labio reinvente la locura.
 
Pero estoy inerte, desnudo
ante la soledad de mis uñas
que hoy, no tienen más destino
que el silencio del silicio.
 
Entonces, en la misma ochava
vuelvo a dejar la soledad
de mi memoria, junto a una flor
de crisantemo.
 
Entonces, los animales de la sombra
descienden por mis brazos
y empiezan a andar,
rumiando mis heridas.

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