HUIR DE SOMBRAS

BAJO,
desciendo de las cumbres
sustentado por la frágil madera
de mis pies,
por mis exhaustas columnas.

Camino,
y mi país de sombras
aprende el lenguaje de la luz,
otra vez.
Se desatan las hojas,
otra vez,
los cantares del aire, del agua;
se desatan mis vértebras,
mis pesares ancianos
que regresan al color,
al cobijo de tus brazos blancos,
de tu pulmón que late
incansablemente,
sin decir palabra.
Y yo, 
acerco mis pabellones a tu pecho,
para oír
los hirientes pasos de la sombra,
que se retira,
una vez más a sus cuarteles,
ahuyentada por la luz
de tus entrañas
y tus ojos.

Cáceres, a 09 de julio de 2015

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