LEJANÍA

Yo me perdí un día
atormentado por el ruido
diseminado en la distancia,
intentando derramar de mi memoria
el líquido sonido de los sauces,
de los álamos, 
el  prístino zumbido del viento,
en la nación de las quebradas.

No fue posible. 
Me quedaría sin voz, 
sin manos.
Sin memoria.
¿Cuando volveré entonces?

Atahualpa, indígena en París me respondía: 

Tu que puedes, vuélvete, me dijo el río llorando.
Los cerros que tanto quieres, allá te están esperando.




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