VERDADES

COMO árboles
brotamos, ante una frustración
del amor,
y de piedra se hacen
los labios, la mueca reflejada,
y los dedos,
de los que salen la lumbre,
las higueras preñadas de luz
y de futuro.

COMO animales lentos, 
incesantes en la virtud de querer 
la otra piel,
el hueso que de siempre
nos reclama la verdad.
ENTONCES, llegados a este punto,
por libertad nos preguntamos:
¿Quién merece el tono dulce de mis manos?
¿Quién la virtud de mi esquiva cordura,
de mis lascivos pensamientos , de mi deseo
brutal, de mi sexo?
¿Quién desgarrará otra vez 
el jirón de mi bandera?
¿Quién tallará con paciencia relojera,
la sonrisa de mis labios?
Y, sobre todas las cosas,
¿Quién se quedará, por fin, sin preguntar,
sin adherir escombro a mi estatura,
si reclamar un verbo que no llevo?
Para todas estas cosas,
se declama en olvido sostenido,
en libertad radiante
y en bemol de vanidad 
y de mentiras.

Yo miento, tu mientes y él,
y ellos saben, la situación
de ese camino, que nos lleva
al olvido, bravo tren 
que no admite pasajeros.


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