EL BAYO

ACERCÁNDOME 
al todo,
vi los rostros enterrados,
los luceros iracundos,
y los sones ya nacidos.

No era del viento, la voz,
ni de la luz,
ni de las piedras

No era el llanto del árbol,
ni la herradura del bayo,
que mira el mundo
con ojos de trueno, 
negros, siempre negros,
como la huella de la noche,
que se pierde en el agua. 




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