DESDE TU CUERPO

DE la tarde conservo el aroma de tus cejas,
el cielo de tu imperio
y el sol, en medio de mi rostro.

Soy la doctrina que buscas en el beso,
el palmo que separa nuestros cuerpos
y el aluvión de cicatrices que atesoras.

Yo a veces soy, un hombre cansado,
raído por los astros, enmudecido,
que busca así, el refugio de tu abrazo.

Pero hoy, a sabiendas
tus pasos me sorprenden
y afloran los jazmines de mi espalda
al paso de tus dedos.

Tu a veces eres, el alma que esperaba,
el grito de las olas, la luz,
o el iris que madruga
y siembra las sonrisas.


A A. DV.R

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