LA NOCHE

EN estas paredes nadie escribe.
Los ojos se quedan adentro,
cabeza abajo las manos y en
silencio.

En estas piedras no se habla.
Las voces se entierran tan hondo,
tristeza arriba los vientos y en
silencio.

Todo cambia, se amedrenta
ante el paso de las eras:

La caliza, y el basalto en el fondo
con ojos de sima obscura.
Más arriba, en la boca del cielo
un lugar de cobalto se detiene
y estalla una noche sin estrellas. 

Un paso más allá está mi puerta,
mi cama y mis lugares; mis pasos
y el silbido de alguien que se
adentra en el puerto del hambre
desprovisto de tiempo para salvarse.

Esa voz ya no escribe en la pared
ni resiste el abrazo de la noche.

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