EL TEMPLO SAGRADO
ÉL mira sus
ojos de río
la noche de
su pelo
acaricia sus
hombros
y se
estremece de placer.
Entonces
Ella abre
los ojos
y también se
estremece
mientras se
sumerge
en el ámbar
de sus ojos otros:
Los de él.
Otra vez
se tocan los
párpados
en ese
instante del amanecer
en el que
todo sucede
una y otra
vez cada día.
Oyen las
sirenas
los gallos a
lo lejos
el ladrido
de algún perro
que se
perderá como todo
en el tejido
sideral de la memoria.
Él vuelve a
recostarse
a inundarse
de los
pactos secretos del amor
del deseo.
Sabe que la
amará siempre
a escondidas
mirando
desde el umbral
los abismos
de su cuerpo
que son
desde hace
días
su único
hogar cierto
eterno.
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