SIN NOMBRE

Y la luz entraba
por los ojos de la noche
embriagando a los amantes
que se buscan como fieras.
Y la música
hacía estallar el silencio
sin despojarlo de nada
dejándolo a campo abierto.
Y ya no había más palabras
que no evocasen las manos
los brazos
o las piernas.

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