LA ESPADA

Hubo días sin perdón pero también de dicha

Cientos de palabras abren su boca en su manos
ansiosas por salir al vértigo del cielo.
Cientos de recuerdos abren sus ojos en su ceño
ansiosos por actuar templando las palabras.
Cientos de recuerdos, de tristezas rezan en su espalada
prestas a viajar al puerto que lo espera.
Cientos de cajones, de objetos inservibles 
llenan los pasillos. 
Es hora de vaciar la casa
para que otros pasos lunezcan en sus flancos.
Es hora de vestirse el cuerpo de esperanza,
hora de soñar con un mañana venturoso, de cerrar
y abrir los brazos para que el aire luzca breve.
Es hora de vivir desde la acera del destino,
hora de aliviarse los pesares y acabar.
Por eso, recorre los pasillos en busca de la espada
que acabará cegará por fin su soledad desconsolada.
El filo está presto en la cresta del tiempo
y un galeón violeta se llevará su cuerpo
hasta el justo lugar, donde descanse para siempre.

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