POEMA DE AMOR

Las palabras giran, constelando su integridad 
contra el cielo.
Tu corazón, cóncavo, acuna el secreto de los pájaros, la 
musicalidad paliativa de su canto, de su vuelo.
No obstante, mis manos, innecesariamente 
rodean la peculiar inexistencia de caricias
y me conjugan verbalmente solo, con hambre y sed
de la belleza circular de tus afanes diurnos,
de tus amares,
tendidos bajo el manto de la noche.
Ahora, de pié junto al estanque de esmeraldas,
imagino los confines de un universo dorsal,
adyacente a toda era, a toda piel.
En el que no tengo que andar a tientas
en la periferia de tus brazos.
Mañana, ayer, fue siempre una posibilidad innata,
en la que mi voz se desmesura de rutas,
de paradas en el transcurso del tiempo.
Mañana, ayer, te habré encontrado:

Tu espalda desnuda brilla diametral bajo el cobalto,
que diluvia gemas de palabras, eternidades breves
que dejé mañana, para ti.

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