LA BENGALA PERDIDA
Hoy mis manos tienen vocación de ti, de
tu constelada geografía que conozco a deshoras, como un prófugo que huye, preso
de sus deseos y vanidades. Mis ojos, hoy, tienen vocación de ti, del canal
fecundo de tu sexo, del aroma presto de tus ojos y del instante en el que eras
mía, de todas formas. También mi espalda, mis hombros y sobre todo mis labios,
tienen vocación de ti, a paso firme, insosegable.
No soy más que una sombra, de espaldas
contra el suelo, que rechina de memoria tu imagen, revertida en recuerdo. El
cuadro cenital, perlado de tu boca,ama, lejos de mí y de ti. Soy la
sombra del verbo que te extiende otra vez, sobre su lecho. Soy el verbo tardío,
que incandece las horas de la muerte, partida ausencia de húmeros amados. Soy
el verbo de la sombra, bendita, plural de los amares tercos, asediados por el
paso inamovible del tiempo, fiel compañero de rincones, indolente y exacto, que
no deja ni un instante, de dibujar sobre mi cuerpo.
Es tan triste saber, que ese artista
abnegado, dibuja hoy sobre tu cuerpo, geografías que desde luego, ya no podré
recorrer, como tantos lugares del mundo y de mí.
Comentarios
Publicar un comentario