CRÓNICAS (PERDIDO EN TI)

TU cuerpo de ESPADA tenía dos orillas.
En una
era el centro y te amaba.
Y
en la otra
tu abismo torcaz
nos llenaba de injurias,
de recios vacíos
y letras brutales.

Era la noche abnegada en lo ausente,
náufrago galeón de retorno invisible.

Por eso
y otras tantas razones,
cegamos los trenes 
vaciando su brío.

Tu los tuyos, y yo, los propios.
Hasta que sin pausa posible 
ni ritmo certero,
tus pasos sabidos cambiaron de orilla,
dejando de lado gastadas pasiones,
que crujen al alba si el cielo enrojece.

Entonces, si el cielo es propicio,
desciendo a la orilla que fue mi afluente,
me quito el semblante, 
los rasgos, la frente 
y extiendo mi huella, dorsal, 
inminente.


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