AHOGO



Cruzan las nubes el aire y él desciende hacia el río, inmerso en la siesta marrón, donde todo es lento, incluso el agua, las gotas o los árboles.
Llega a la orilla y sumerge su cuerpo en el agua turbia, inmóvil en el tiempo. Cierra los ojos y se imagina niño otra vez. Pero la imagen de Marga estalla en su mente. Sabe que ella, en la penumbra de la sed, lo espera; ansiando el andar de sus manos sobre el cuerpo de bronce candente, que ahoga. Entonces, de un salto, sale del agua y corre a su encuentro.

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