ELEGÍA SIN ORILLAS

Las estaciones pasan como trenes
y despliegan el abanico azul de los adioses.
Hoy toca despedida, toca vuelatualma
a las estrellas, al confín imaginado
escondido, al fin sin ojos.
Te guardo lugares ciertos en mi lago quieto.
Te canto la última canción, el último abrazo roto,
transoceánico y veraz, como tu mal humor
o tu presencia a destiempo.
Hoy serás un sinónimo más de mis ausencias.
Una muesca más en la cara ajada de mi tótem.
 
Algún día no seré yo quien prescriba la muesca, aferrada a la mano de alguno de mis hijos. Ese, será un buen día,
porque es bueno irse sin dejar dolores.
 
A mi tía Chela, en el mes de su partida.

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