El abismo ansiado
En
el borde de la noche, ella me decía: te he buscado siempre. Así, de a
poco, fui entendiendo que yo también la había buscado siempre, entre las
páginas o las hojas secas de mis patios milenarios; en cada paso. En
cada suspiro.
Ahora, si acaso alguna noche ella no yace a mi lado,
tiendo su rostro sobre mi almohada y me inundo de todas las imágenes que
guardo en mis sueños. Ese, sin lugar a dudas, es el mejor instante del
día, o de la noche.
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