Ascensión

Al subir, descalzo, siento bajo mis pies la rugosidad fría de las baldosas de barro. No me detengo y subo, una vez y otra vez, aunque alguna tarde me encuentro en el escalón primero. 
Sin hablar, sin pensar, respiro las rendijas luminosas de las ventanas rojas o blancas. Alguna vez las pintamos de naranja ¿Lo recuerdas? 
Acaricio, me acaricio los hombros y vuelvo a subir, sabiendo que estás, y que voy.
 

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