Serás pasado.


Sucederá que llegue el final de todo. El final de los días, o el final del mismo universo. A pesar de ello, dentro tuyo, seguirá latiendo la mano precisa que alimenta los folios, las hojas dormidas, las ramas autistas, las nubes rabiosas, las sábanas tensas, los amaneceres suaves, el quehacer perdido, tu abrazo que busca; el labio que ansía y las piernas, que de tanto pensar se publican huérfanas.

Sucederá entonces, en cualquier frase de tiempo, al descuido, cuando mires al lado, que la pasión arribará como un cataclismo y no dejará nada, nada, nada.

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